La construcción sostenible se define como aquella forma de construir que es respetuosa con el medio ambiente. Una manera de construir que conlleva un uso eficiente de recursos importantes para la calidad medioambiental como son el agua o la energía. Asimismo, un uso de los recursos y materiales que son más respetuosos con el entorno, que son ecológicos y que tienen menor impacto ambiental.
La construcción sostenible no sólo contempla los edificios, también su sintonía con el entorno. Un entorno urbanístico también puede ser sostenible siempre y cuando no atente contra el medio ambiente y sea capaz de generar un bienestar, una vida mejor con mayor eficiencia energética.
Se puede decir que esta forma de construcción ha supuesto una revolución, rompiendo los modelos de construcción tradicionales. Un cambio que no resulta nada fácil ya que conlleva romper la mentalidad de los constructores. Una forma de construir que no ha tenido en cuenta, especialmente, los limitados recursos naturales que ofrece el planeta.
Existe una teoría erronea acerca de que los vehículos y otras industrias son las causantes de todos los problemas medioambientales del planeta. Se calcula que los edificios consumen entre el 20% y el 50% de los recursos físicos dependiendo del entorno. Madera, minerales, agua… son algunos de los recursos de los que hace uso un edificio. Recursos finitos que no hay que agotar. Ademas, dependiendo del edificio, estos son contaminantes. La construcción sostenible hace uso de materiales con poco impacto medioambiental, como la madera, materiales reciclables, o la utilización de residuos industriales para fabricar los materiales.
En definitiva, la construcción sostenible tiene como baza principal el respeto por el medio ambiente y por todo lo que nos rodea. Una forma diferente de construir que conlleva un cambio muy grande en la mentalidad de la gente. Es fundamental concienciarse con el respeto medioambiental y los peligros que conlleva el derroche de recursos naturales.